04 febrero, 2013

Balance de 1931...

Los acontecimientos políticos han sido de tal importancia en el año que termina ahora, que han borrado por completo todos los demás; por altos que hayan sido el alcance y la significación de ellos.

La literatura se ha hecho tributaria de la política en el año 1931; en los escaparates de las librerías no se han visto sino cubiertas de volúmenes con estudios y glosas acerca de la cosa pública. Al teatro han llegado también las salpicaduras; desde Felipe Sassone, pasando por Allerti, hasta los autores de saínetes y de piezas alegres y frivolas, se han visto obligados a estudiarlos cambios que en la realidad social de España han penetrado con el cambio del régimen político. La misma vida social ha sufrido una honda perturbación. Unas clases pierden sus posiciones de privilegio y otras desarrollan una marcha ascensional, lenta, pero segura, hacia el bienestar y la riqueza hemos cambiado de rótido solamente: hoy las evoluciones políticas llevan aparejadas las sociales y económicas. Y vivimos un momento de intensa tensión dramática. Estamos en el pórtico o en el prólogo todavía y en el critico instante de levantarse la cortina para empezar la representación, cuyo desenlace desconocemos. Los sacudimientos de Europa llegan, al fin, hasta nosotros, y tenemos que resolver de una vez los problemas que hemos soslayado durante todo el siglo. Ahora vemos claramente que con la Restauración, lejos de continuar la historia de España—como dijo Cánovas—, se interrumpió bruscamente. Y vemos más: que hemos estado soñando, durmiendo a la bartola, aquietados y entumecidos, acaso durante cuatro siglos y medio. La crisis, vista desde lo alto, viene de allá, de muy hondo y de muy largo; y al cobrar el pueblo el pleno uso de su soberanía bajo un régimen plenamente republicano y democrático, hemos de aguantar las convulsiones de los que siempre vivieron sin voluntad y al dictado de los príncipes.

Año cuajado de acontecimientos el 1931, hay que convenir que las cosas se han sucedido de un modo que podemos llamar biológico y normal. Advertimos con el nacimiento del año, reciente el episodio de Jaca, que la autoridad se había asentado del Poder público y que se había hecho netamente revolucionaria y protestatoria. Enseguida, en Carnaval, presenciamos el espectáculo curioso de que un ex Presidente del Consejo, con el asentimiento del entonces jefe del Estado a colaborar en un Gabinete a unos hombres que la ley encarcelaba y procesaba por delitos políticos tan calificados como los de rebelión y sedición.

En marzo, ante un Consejo de Guerra, los acusados se trocaban en fiscales, y los fiscales presenciaban el espectáculo impasibles, porque sin autoridad, los preceptos de una ley escrita, que estaba muerta para el corazón del pueblo, no tenían fuerza bastante para obligar a nadie. En Abril, el cambio de régimen se operaba por una votación ciudadana en los comicios. Todo libaba por sus pasos contados y en sazón. Era la fruta madura que caía del árbol: bastaba con alargar
la mano para gustarla a placer. El que ha dicho que el ex monarca trajo la República, ha dicho una gran verdad. Sin la Dictadura, determinadas fatalidades patológicas la hubieran hecho inevitable; con la Dictadura se trocaba en una letra que tenía que vencer en un plazo necesariamente corto.

Ya en Mayo, esta vergonzosa injusticia que era el estado social de España pugnaba por cambiar, y empezamos a enumerar la lista de todos los problemas que nos habían legado. Eran sencillamente todos los problemas, pero todos. El político, el social, el religioso, el económico; todos. Había que empezar por el principio y que volver las cosas de arriba abajo. El campesino no podía seguir con su explotación secular; se alzaba el campo. La Iglesia queria vivir con sus
privilegios; la Iglesia se resistía. Los espadones grotescos de Marruecos amenazaban; se partieron en pedazos los espadones. Se renovaba el personal político. Se hacían de prisa, sin la selección que sólo puede buscarse en los días normales, las primeras elecciones. Nacía otra España. Funcionan las Cortes durante seis meses. Hacen una nueva Constitución. El año acaba
con la elección presidencial. Tenemos la base jurídica donde asentamos para caminar, o, como ha dicho Ortega y Gasset. «terreno firme para hincar los talones».

Y asi nos despide el año 1931. Todo marcha. España vive. Vive agitada, anhelosa, ensoñadora, porque vive horas de juventud y de esperanza. Tenemos una tarea urgente: la de dar un sentido español a nuestra vida colectiva. La política sigue borrando las demás actividades espirituales del pueblo. Durante el año 1932, que ahora comienza, España tiene que rellenar de la substancia de su Constitución el contenido de sus leyes del porvenir. No le demos vueltas; vamos hacia adelante; lo que pasó, está biológicamente liquidado y muerto. Hoy somos ciudadanos; nada más y nada menos que ciudadanos; todos estamos forjando historia y haciendo patria. ¿No sentís un santo temblor al escribir o al hablar a nuestros hermanos los españoles, en esta hora, cuajada de eternidad?

JOSÉ SÁNCHEZ ROJAS
Revista Crónica. 27 de diciembre de 1931

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