Merece la pena escribir de alguien como Eduardo Madina. Este joven socialista casi pierde la vida hace unos años, cuando ETA quiso matarle con una bomba lapa en su coche. Le tuvieron que amputar una pierna. Estos días está teniendo lugar en la Audiencia Nacional el juicio a los que intentaron asesinarle. Ni una gota de arrepentimiento. Nada, todo lo contrario, risas y desprecio.
Mientras, ante el tribunal, Eduardo ha hecho un relato escalofriante, que a muchos nos ha hecho sentir como se nos encogía el corazón al escucharle. Eduardo Madina, emocionado, recordó que él y su padre entraron en una fuerte depresión tras el atentado, pero que poco a poco se recuperaron. También ha explicado como su madre, por contra, también entró en una fuerte depresión pero con un trágico resultado: “mi madre también cayo en una fuerte depresión, pero no lo superó”. Comentó a los magistrados que ella, una mujer sana de 49 años, no logró resistir el impacto del ataque y murió ocho meses después, “la noche del 28 de diciembre”, de un ataque al corazón. Todo esto lo contó Eduardo al tribunal con una templanza fuera de lo común: "En mi casa se hizo la noche y una sombra de pena y tristeza envolvió a mi familia”. No hay palabras.
En muchos blogs (el de Anasagasti, el del PNV, merece leerse; así como el de Pepe Blanco), y en muchos otros sitios, se está hablando de la templanza y de la impresión que causa escuchar a Eduardo (ver y escuchar el relato en 20 minutos). Llegados aquí, no sé que decir, de veras, unicamente quiero mostrar el orgullo que siento de que en este pequeño planeta haya personas como Eduardo. Ójala Zapatero tenga suerte y acierto para acabar con el terror. Ejemplos como el de Eduardo pueden ayudar. Un abrazo Eduardo, de corazón.
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