Parece ser que estos días es noticia una votación que se ha producido en el Congreso sobre la revisión de la Ley de Amnistía de 1977, aprobada en plena transición (hace 41 años), cuando todavía no habían pasado ni siquiera dos años escasos desde la muerte del dictador; tras una durísima dictadura militar de casi cuarenta años, que surgió de una terrible guerra civil, en la murieron centenares de miles de españoles.
Mi partido, el PSOE, se ha opuesto a revisar aquella ley 1977, que sin duda supuso un hito en la llamada transición de la Dictadura a la Democracia, la cual venimos disfrutando desde entonces, como no puede ser de otra manera con errores y aciertos, pero indudablemente como un tiempo y un espacio de libertad como no ha conocido España en toda nuestra historia.
Cualquiera que me conozca sabe del compromiso con la memoria histórica, con las víctimas y también del drama familiar que lamentablemente a mi familia le supuso, sin quererlo, la maldita guerra y el terror impuesto desde el primer momento por los golpistas. Todo ello no me da más razón ni más derechos en la discusión sobre estos asuntos, pero tampoco menos ni lecciones de quienes se quieren apropiar de una razón que no es la suya y lo utilizan para repartir carnets de izquierdas. Han sido muchas las familias que sufrieron el terror del franquismo, y si es verdad que faltan muchas cosas por hacer (la ley de Zapatero que tanto se criticó, y ahora tanto se invoca porque no se cumple; la vergüenza de un Estado que permite que haya víctimas que sigan en las cunetas; calles que siguen homenajeando vergonzosamente a los verdugos y asesinos; familias que soportan esa injusticia...) y es ahí donde debemos trabajar duro para que se haya Justicia, Verdad y Reparación.
Sin embargo, a fuerza de ser prudente pero firme en las convicciones, creo sinceramente que la postura tomada en su momento por el PSOE y el resto de partidos de las Cortes "Constituyentes" de 1977, (salvo AP -actual PP- que fue el único partido que se abstuvo y no la apoyó), fue la adecuada, la única que se podía realizar en aquel momento para la reconciliación y la concordia. Personas como Marcelino Camacho, Benegas, Arzallus, Carrillo... fueron capaces entonces de ponerse de acuerdo, y resulta que ahora 41 después algunos quieren revisar aquel gran acuerdo que permitió la reconciliación. La foto de Pasionaria y Alberti en las cortes, cogidos del brazo, entre otras muchas fotografías de entonces, refleja ese espíritu de concordia y reconciliación. Yo me quedo con eso y con la libertad fruto de aquel acuerdo, con la que hemos vivido y la que quiero para mi hijo.
En fin, como lo mejor es acudir a las fuentes he buscado la sesión que aprobó la Ley de Amnistía de 1977 y me he encontrado con un maravilloso discurso (entre otros) de
#TxikiBenegas, que transcribo íntegro, pues emociona leerlo 41 años después. Sigo estando muy orgulloso de mi partido y de lo que hicieron entonces. Claro que nos gustaría a muchos (y a ellos!) el poder haber ido más lejos, pero... ¿acaso era posible? El resultado, en todo caso, ha sido 41 años de convivencia. ¡Gracias por hacerlo posible!
Viernes 14 de octubre de 1977,
El señor BENEGAS HADDAD:
"Señor Presidente, señoras y señores Diputados, es un gran honor para mí el que mi primera intervención como Diputado de esta Cámara tenga como objeto la explicación del voto del Grupo Socialista del Congreso en una cuestión tan trascendental, tan sentida popularmente y tan largamente esperada como lo es la Ley de Amnistía, objeto del debate de esta sesión. Y esto es así́ por significar que con su discusión y su posterior aprobación, esta Cámara, al día siguiente de la aprobación de su Reglamento de funcionamiento comienza a enterrar y a superar cuarenta anos de dictadura, de obscurantismo, de su presión de todo tipo de libertades democráticas y de división entre los españoles.
En esta fecha, que no dudo en calificar de histórica, quiero que mis primeras palabras sean de recuerdo para todos aquellos que hoy debieran ser amnistiados y no pueden participar de este momento, porque sus vidas quedaron truncadas en el camino y en la espera de una libertad ansiada que no llegaron jamás a ver, como es el caso de nuestro insigne compañero Jiménez de Asúa, que se ha citado en esta Cámara, interpretándolo torcidamente; recuerdo para quienes han sufrido en este país persecución por sus ideas y convicciones, para quienes han sufrido cárcel, ignominias, tortura, desprecios, vilezas y no desmayaron ni un instante en la defensa de la libertad; recuerdo para los miles de hombres y de mujeres que han vivido día a día en el exilio, movidos por el señuelo de la caída de la dictadura, esperándola cada día y cada noche, añorando la vuelta a su tierra, a sus pueblos, a sus casas, a España, y que han fallecido lejos con esa esperanza alentada durante tantos años, rota por una muerte en tierra ajena. Para todos ellos un recuerdo, entrañable del Partido Socialista y del Grupo Socialista del Congreso, en la esperanza de que el pasado que hoy comenzamos a enterrar nunca jamás vuelva a repetirse en este país y nadie pueda ser perseguido por sus convicciones políticas, en el respeto de una democracia pluralista que nuestro pueblo comienza a construir después de cien años de historia, en los que solamente ha gozado ocho de libertad.
La gestación de este día, de esta amnistía, ha sido larga, lenta, enormemente laboriosa. Hemos recorrido un camino lleno de dificultades hasta el último momento. La amnistía total ha sido innecesariamente retrasada una y otra vez por la ceguera política y el obstinamiento de quienes se resistían a convencerse de que era inevitable, porque ninguna democracia se puede construir manteniendo presos, exiliados y represaliados, producto de una dictadura que se pretende superar.
No quiero recordar el número de movilizaciones populares, de violencias, de muertos que la propia consecución de la amnistía ha producido desde la muerte del general Franco las situaciones de extrema tensión que hemos vivido en algunas zonas, como el País Vasco, hasta llegar, después de este turbulento camino, a la Fecha de hoy, en que, por fin, se va a enterrar la guerra civil, la división entre los españoles y las responsabilidades derivadas de quienes, en defensa de la libertad, se opusieron a aquellos que pretendieron acallar la fuerza de la razón por la fuerza de la violencia y del ejercicio autoritario del poder.
No quiero, ni es mi intención, ni el sentir del Grupo que represento, que en mis palabras se encuentren rescoldos de rencor o de revancha. Nada más lejos de mi intención, porque para el Partido Socialista la sola idea de poder conquistar de nuevo la libertad para nuestro pueblo acalla y hace olvidar los sufrimientos soportados por nuestra organización y por nuestros militantes en la época que estamos ya afortunadamente superando.
Nuestra mirada está orientada hacia el futuro, y el futuro para nosotros es libertad para los ciudadanos de este país, libertad para los pueblos que lo componen, y una vida mejor, más justa y más igualitaria para todos los trabajadores, para todos los oprimidos, para las capas más humildes y menesterosas de nuestra sociedad. Pero que nadie se crea que hoy estamos concediendo algo, que hoy estamos otorgando algo, que hoy estamos adoptando medidas de gracia. Hoy solamente estamos cumpliendo con un profundo deber de demócratas, con un ineludible compromiso con la libertad, que no es más que intentar reparar si reparación cabe los daños, los perjuicios, las injusticias provenientes de un régimen autoritario que no dudo en calificar como uno de los más implacables del siglo XX contra sus adversados políticos. Estamos cumpliendo nuestro primer compromiso con la nueva etapa iniciada el pasado día 15 de junio.
Para nadie es un secreto que esta Ley de Amnistía es producto de opciones políticas diferentes. Pero si alguna insuficiencia tiene, posee el indudable valor de ser una amnistía en la que casi todas las fuerzas políticas de esta Cámara ¡ojalá fueran todas! tienen la voluntad de enterrar un pasado triste para la Historia de España y de construir otro diferente sobre presupuestos distintos, superando la división que ha sufrido el pueblo español en los últimos cuarenta años.
En cuanto a nuestra explicación de voto, que va a ser afirmativo, quiero abordar diversas cuestiones. En mi calidad de socialista vasco, quiero comenzar refiriéndome a la situación de Euskadi. Nadie puede dudar de que el pueblo vasco ha sido un baluarte fundamental en la lucha por la libertad. Nadie puede dudar tampoco del castigo y de la represión sufridos por esta lucha constante y permanente desarrollada por un pueblo entero. Y hoy es el día que hay recelo, que hay dudas sobre el alcance de la amnistía, que hay sectores radicalizados en Euskadi que la consideran insuficiente, y que vuelve la violencia a ensangrentar las tierras del País Vasco.
Quiero pedir desde aquí́ calma al pueblo vasco, y atreverme a manifestar que la amnistía es total para nuestro pueblo. Y entiendo que ello es así porque el artículo l, apartado 1, a) tiene efectos sobre todos los actos de intencionalidad política, cualquiera que fuese su resultado, cometidos antes del 15 de diciembre de 1976. Porque en el apartado 1, b) del mismo artículo se amplían los efectos del párrafo anterior hasta el 15 de junio, siempre que el móvil haya sido el restablecimiento de las libertades públicas o la reivindicación de la autonomía, circunstancias que concurren en todos los militantes vascos susceptibles de ser amnistiados. Porque la amnistía se extiende hasta el 6 de octubre, afectando, sin duda, a quienes hoy sufren prisión en las cárceles de Basauri y Martutene por hechos cometidos con posterioridad al 15 de junio. Porque el artículo 3 supone la amnistía y regularización de su situación para todos los extrañados vascos, y la inmediata libertad de unos de ellos, del detenido Larena.
Porque si aún quedara la duda, que quizá́ está en la mente de algunos, referida a un hecho luctuoso y triste iniciado antes del 15 de junio y consumado con posterioridad a dicha fecha, el artículo l, apartado
1, a) contempla también esta hipótesis.
Creo que en justicia, por tanto difícilmente puede decirse que la amnistía no es total para el País Vasco, y hoy debe ser un día de alegría que marque una clara fecha de una nueva etapa en el futuro del pueblo vasco. Sin embargo, estas conquistas, que son patrimonio del pueblo, patrimonio de las fuerzas de la libertad y de quienes con su presencia y su voto la han hecho posible en esta Cámara, se ven ensombrecidas por la violencia que nuevamente ensangrienta la sufrida tierra vasca, violencia sobre la que quiero hacer una reflexión al término de mi intervención, después de la explicación del voto del Grupo Socialista en el Congreso.
En otro orden de cosas, en esta explicación de voto debemos manifestar algo que no es un secreto para nadie, y que consiste en no considerar totalmente satisfactoria la redacción y el contenido del artículo 6, en el que se hace referencia a las penas accesorias sufridas por los profesionales que tienen a su cargo la alta y noble tarea 'de la defensa del país.
Existe un trato desigual que valoramos como penalización, no por la situación personal de los afectados en esta coyuntura concreta, que también sería motivo suficiente para la intervención nuestra de explicación de voto, sino porque entendemos que el desarrollo de la reciente conciencia democrática de esta nueva filosofía política del Estado, que arranca del 15 de junio pasado, debe regir en sus principios para todas las instituciones de la sociedad española, de la que son parte fundamental nuestras Fuerzas Armadas.
Por ello, y con el respeto que nos merecen todas las opiniones, apuntamos la posibilidad de que esta insuficiencia en la equidad de la ley, en el aspecto a que hago referencia, pueda ser subsanada en un futuro próximo por vía administrativa. Con ellos está nuestra esperanza y nuestra solidaridad, y creo que el futuro de nuestro país les hará́ justicia.
El movimiento obrero no podía quedar excluido de esta amnistía. Miles de trabajadores en este país han arriesgado su salario, su puesto de trabajo, su seguridad en el empleo y la satisfacción de las necesidades económicas de sus familias por la libertad y la democracia, cuando una simple huelga era justa causa despido, de cárcel y prisión. Trabajadores que hoy se sientan en esta Cámara con nosotros; trabajadores que han arrostrado valientemente la miseria por defender sus convicciones democráticas, trabajadores que, despedidos de una empresa por motivos políticos, veían cerradas las puertas de todas las fabricas de la región, es justo para todos estos trabajadores que obtengan hoy una reparación por la persecución sufrida.
La amnistía laboral es una gran conquista del movimiento obrero y de las Centrales Sindicales. Y para que la letra de la ley se haga realidad, el Partido Socialista, en estrecha colaboración con la U. G. T., Unión General de Trabajadores, quiere anunciar desde esta Cámara que pone a disposición de cuantos lo requieran sus servicios para conseguir que la amnistía laboral no sea una mera declaración de principio sino una verdadera realidad para todos aquellos que tienen derecho a disfrutar de sus beneficios, en reparación de los perjuicios que les ocasionó la dictadura.
Finalmente, quiero señalar que la amnistía debe ser garantizada en su aplicación y en su espíritu mediante las medidas necesarias que establezcan y defiendan el efectivo reconocimiento y respeto a los derechos humanos, la desaparición de toda la legislación restrictiva de los mismos, la desaparición de toda discriminación sufrida por la mujer, la despenalización de los delitos que afectan a la mujer, la desaparición de la discriminación de la juventud o del derecho de asociación política. La amnistía debe ser completada con la solución de los graves problemas que en estos momento afectan a los presos sociales en sus condiciones de vida en las cárceles; y deben ser paliadas las graves penas impuestas que en estos momentos están sufriendo.
Para que la amnistía sea una realidad, es necesario que se controle a los grupos incontrolados que pretenden desestabilizar el proceso democrático. Es absolutamente necesario poner fin a la violencia creciente y amenazante para la democracia a la que estamos asistiendo en todo el país. En este sentido, la Ley de Amnistía para nosotros significa el final de una época y el principio de otra en que deberán ser respetadas las reglas democráticas establecidas por la voluntad popular, y quien no las respete, quien sistemáticamente las viole, quien pretenda crear un caos de violencia deberá́ soportar el peso de la ley y las sanciones que el ordenamiento democrático establezca para la salvaguarda de la libertad y de los derechos de los ciudadanos.
Y quiero terminar con unas palabras dirigidas al Pueblo Vasco, si me lo permitís, desde esta Cámara. El Pueblo Vasco ha conseguido Ia amnistía; el Pueblo Vasco tiene que conseguir ahora la autonomía y consolidar la democracia; el Pueblo Vasco tiene que superar una grave crisis económica; el Pueblo Vasco tiene hoy ante sí la posibilidad histórica de construir su propio futuro con la participación democrática de todos los ciudadanos de Euskadi. Sin embargo, el Pueblo Vasco vuelve a ser escenario de violencias de uno y otro signo; y quiero llamar desde aquí́ a la pacificación de Euskadi, al cese de la violencia, y efectuar la invitación, a quienes dicen luchar por un Estado Socialista Vasco, de que abandonen la violencia y la lucha armada y se incorporen a la construcción de un Euskadi socialista, juntamente y al lado de la clase trabajadora y ciudadanos de Euskadi con el pueblo Vasco, espetando la democracia, la libertad y da vida de todos y cada uno de aquellos ciudadanos de Euskadi en estrecha e íntima solidaridad con todos los pueblos de España. Nada más y muchas gracias. (Aplausos)"