En el año 2002, siendo Alcalde, entonces en minoría, se me ocurrió quitar el crucifijo que estaba (y está, pues lo colocaron en cuanto pudieron) en el salón de Plenos del Ayuntamiento. La respuesta de los entonces Concejales de la oposición (PP y PR) fue "furibunda", tremenda. Se me reclamó entonces su restitución inmediata; se me realizaron varias amenzas, luego cumplidas, de no acompañarme a los actos religiosos (fijate tú); se creo, además, una polémica estéril para intentar desgastarme por un flanco, donde teóricamente me creían más débil. El resultado fue el contrario. Nadie entendió que se buscara una excusa, porque no era otra cosa, y más de aquel calibre, para el desgaste partidista. Incluso el párroco, por aquel entonces, y con tal motivo, decidió acompañarme a la salida de una Misa, en la que me dejaron solo, hasta el Ayuntamiento porque él sí que no quiso dejarme solo. Estoy seguro de que entonces, y ahora, había cosas más importantes para los ciudadanos que los e...