Afortunadamente se va como lo que ha sido, un gran pelotari y una extraordinaria persona, que nunca se ha dado importancia por lo que hacía, a pesar de que allá por donde iba le paraban (y le paran) para felicitarle, hablar de pelota o de su último partido.
El diario La Rioja publica una extraordinaria entrevista con el pelotari, en la que deja ver los rasgos de su personalidad y su humanidad. Sí, la humildad de este deportista de élite fluye en cada una de las respuestas de la entrevista. Él es así. Cuando le preguntan sobre la coincidencia en el tiempo con el gran Titín III, y los años de rivalidad en los frontones entre "titineros y capellanistas" (tipo Madrid-Barça), Miguel contesta: "sólo puedo decir que Augusto ha hecho más grande a todos sus rivales. Nos ha engrandecido a todos". Ahí está Miguel, quitándose importancia y ofreciéndosela a Titín.
Quiero hablar de Miguel Capellán, primero, porque es un extraordinario pelotari, pero también porque es una magnífica persona. Lo conozco desde antes de ser profesional. Desde los 16 años. Estudiamos juntos en Burgos, él en Jesuítas y yo con los Salesianos, pero compartíamos residencia y procedencia, y de esa manera pasamos muchas horas juntos. Recuerdo como los profesores, y especialmente los curas, se quedaban anonadados con su portento físico para todos los deportes. Incuso recuerdo algún "pique" de pelota, entre él y unos compañeros de Quintanar de la Sierra (hay gran afición), del que siempre salían "trasquilados" en el reto del frontón. Después de años de seguirle por la prensa sus hazañas, ahora, cosas de la vida, compartimos el colegio de nuestros hijos y la amistad personal, también con su soporte vital (su mujer, Susana, y sus hijos), donde junto con mis cuñados matamos (y disfrutamos) los ratos libres que nos deja la vida.
La Rioja merece reconocer a este magnífico pelotari, que con su extraordinaria humanidad y la calidad de su juego ha llevado el nombre de nuestra tierra por todo España. Nos ha llenado de orgullo con su juego y su sangre. Enhorabuena, Miguel, por hacer grande a la pelota y por llevar el nombre de La Rioja por el País Vasco y por toda España.
Miguel Capellán seguirá vinculado a la pelota, es su vida. Sin embargo, como él mismo dice, su vida serán "trigo, cebada, guisantes, alubia verde. No me voy a aburrir". Se va al campo, de agricultor, como su padre, y va en un difícil momento para la agricultura, pero él seguirá siendo aquel chico humilde de Hervías que nunca se dio importancia.
Suerte en tu nueva vida, Miguel.